Después de varios miles de años de olvido, el conjunto de conocimientos que constituye la tradición egipcio esenia emerge de nuevo. Más de actualidad que nunca, viene a enriquecer nuestra comprensión del ser humano con una visión diferente de la enfermedad y del equilibrio del cuerpo humano.
La historia oficial no ofrece una memoria integra y razonable de los estudios realizados por los Sacerdotes egipcios sobre la complejidad de la naturaleza humana y de la enfermedad. Sin embargo, al visitar los templos de esta gran civilización, incluyendo Karnak y Luxor, podemos reconocer muchos signos de la práctica diaria de esta “Ciencia Terapéutica”. Los templos fueron construidos de tal manera, que ciertas líneas de fuerza energética pudieran inducir energías curativas en el cuerpo humano. Cada templo fue construido con una intención terapéutica específica, para re-equilibrar el organismo y volver a conectarlo a su raíz divina.
Los cuidados egipcio esenios tienen su origen en tiempos ancestrales y han experimentado un período de gran éxito y desarrollo bajo la dinastía Amenhotep III, padre de Akenatón. En aquellos tiempos, el descubrimiento de los cuerpos sutiles, y sobre todo de las corrientes de vida, favoreció hacer intercambios con los terapeutas procedentes de Mesopotamia.
La comunidad esenia fue heredera de ese conocimiento. Promovió sistemáticamente el trabajo sobre el uso terapéutico de la luz, el sonido y los aceites esenciales. Los primeros cristianos retomaron también esas prácticas, transmitidas asimismo por las enseñanzas de Jesús y sus discípulos. Aprendieron especialmente el uso de los aceites a través de María Magdalena.
El cuerpo físico era entonces considerado como la fase final del proceso de densificación de diversos cuerpos sutiles, y el ser humano, – hecho de cuerpo, alma y espíritu – era considerado como una entidad de naturaleza sagrada. Se pensaba que la salud era la condición natural y el resultado de un equilibrio armonioso de las energías sutiles en el cuerpo. La falta de armonía de este flujo llevaba al desequilibrio y la interrupción de la comunicación entre las diferentes partes del ser, causando, con el tiempo, la disfunción de los órganos y en última instancia la enfermedad.
A finales de los años setenta, Anne y Daniel Meurois Givaudan comenzaron a vivir fenómenos de decorporación, ahora conocido comúnmente como viaje astral, en los que la conciencia sale fuera del cuerpo físico. Algunas personas pueden aprender cómo acceder a esos estados de manera consciente en los que la percepción espacio-temporal es profundamente diferente de lo normal.
Daniel Meurois Givaudan, ha podido restituir los cuidados practicadas por los egipcios durante el reinado de Akenatón y las practicadas por los esenios en tiempos de Jesús. A lo largo de los años, Bernard Rouch, su discípulo, las ha profundizado y adaptado a problemáticas más actuales. Lo esencial de estas prácticas tradicionales, ha sido estructurada por Bernard Rouch en forma de seminarios de formación. Esta formación se ofrece como un medio para descubrir – o redescubrir – el equilibrio sutil entre el espíritu, el alma y el cuerpo.
Aprender a mirarse a uno mismo y mirar al otro con una mirada diferente y entrar así directamente en contacto con la sanación… Descubrir nuevas aportaciones para la práctica, integrando al ser en sus múltiples dimensiones … Permitir que cada uno pueda despertar en lo más profundo de sus ser, el «ser» que verdaderamente es, sin limitarlo al sistema de una escuela … Estos son los objetivos de la formación propuesta.
Partiendo del principio según el cual el aprendizaje de los cuidados de naturaleza energética es indisociable de un camino de transformación interior, Bernard Rouch nos conduce a obtener un conocimiento más profundo de nuestro propio funcionamiento. La enseñanza de numerosos ejercicios prácticos y meditaciones específicas cultivan, más allá de la técnica, esa actitud de corazón y de alma que conduce al amor-compasión.
Bernard Rouch, primo hermano de Anne Givaudan, tenía 14 años cuando comenzó a asistir a las sesiones de ejercicios semanales sobre la lectura del aura y la práctica de estos cuidados supervisadas por Anne y Daniel.
La decisión de continuar con estudios de postgrado, en una ciudad lejos del lugar donde se reunía este primer grupo de lectura y cuidados, no afectó a la pasión ya florecida en el corazón de Bernard. Pronto se encontró con el estudio de estas tradiciones durante el día y practica de la lectura del aura y cuidados egipcio esenios por la noche y durante su tiempo libre; de esta forma comenzó con la participación de gente nueva y la formación nuevos grupos de estudiantes y posteriores conocedores de los cuidados.
Desde entonces, Bernard Rouch ha experimentado y practicado lo aprendido en el grupo original, profundizando y adaptándolo a los retos actuales.
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